Cuando me recibí no sentí nada. Fuerte, o al menos en mi mente suena fuerte. Recibirme no fue mas que un tic en mi lista de cosas para hacer, uno más de mis proyectos.  

El día que me recibí me esperaron mi familia y mi muchacho en la puerta, me recibieron con flores y abrazos. Mi mamá lloró, mi papá me repetía lo orgulloso que estaba de mi y mi muchacho me levantó en el aire en un abrazo.

Yo mientras tanto estaba ida, quieta, muda.

No entendía la emoción por haberme recibido, no entendía como para todos no era simplemente otro logro cumplido. No voy a mentir, hasta me dio culpa no sentir nada porque sentía que estaba decepcionando a los que me rodeaban al no igualaba su emoción. 

Ahora ya pasaron dos meses y estoy empezando a darme cuenta de el tiempo libre que tengo, de como mi consciencia está limpia los fines de semana cuando no tengo ganas de hacer absolutamente nada. Después de dos meses debo admitir que me hubiese gustado sentir emoción cuando me recibí. Me hubiese gustado estar emocionada mientras me bañaban en vino y me decían “Diseñadora Rinaldi”. Entendí que no fue para mí que hice esta carrera, al menos no directamente. La elegí porque era la única carrera universitaria que se asemejaba a lo que yo me quiero dedicar en la vida. Recibirme fue por mi mamá que siempre soñó con recibirse. Recibirme de diseñadora fue por mi papá que se le llenó el corazón el momento que dejó de ser el único diseñador Rinaldi. Fue por todos pero en ningún momento fue por mí, emocionalmente hablando. 

Sé que haber estudiado me va a haber abierto muchas puertas, no quiero sonar ni egoísta ni mal agradecida, pero en mi interior solo me enorgullece decir que soy una diseñadora recibida. No lo sentí como una carga entonces nunca sentí un alivio al recibirme. En ningún momento me plantee dedicarme 100% al diseño. Disfruté la carrera, conocí mucha gente hermosa, aprendí muchísimo, pero emocionalmente y en cuanto a mi personalidad, no me llenó nada.

Suele pasarme eso de que se me apaguen las emociones pero me alegra saber que la gente que me rodea me las pudo transmitir. Me alegra haber hecho orgullosos a mis papas. Hoy me siento orgullosa y agradecida de haber podido estudiar porque hoy en día es un privilegio.
Back to Top