Abuelo, 
Vengo a tu casa y me siento bien, veo a “la vieja” y nos reímos un rato. Comemos ensalada de sushi de la que le gusta a ella, armamos los floreros con los lirios que le suelo traer. Ponemos la mesa para comer todos juntos. Seguimos haciendo lo habitual. Me desplomo cuando recuerdo que hay una habitación de tu casa que carece de dueño. 

Todavía me arde un poco el corazón cuando entro a tu oficina. Es raro entrar a un cuarto de tu casa donde tu recuerdo está inmortalizado hasta en el empapelado. Los cuadros de la pared todos dicen tu nombre pero no está el portador de él. Tu silla está vacía, tu agenda se quedó en el tiempo, dice 2023, ¿por qué no la actualizaste? Ah cierto, porque no estás. 

No logro cerrar el circulo de tu vida porque tu casa sigue igual, los muebles, las paredes, los cuadros. El olor a “la casa de los abuelos” es el mismo, solo que ahora se llama el olor de “la casa de la abuela”. Tu oficina sigue siendo tuya pero ahora la abuela mueve las cosas como ella quiere, ordenó tus cajones apenas te fuiste al canto de “siempre tantas pavadas Fito”. Entre risas y llantos, tu oficina sigue siendo un punto de encuentro entre nosotros, tu familia, y vos. 

Mis ojos recorren la pared llena de diplomas, mientras en mi cabeza suena tu voz contando cada una de las historias. Veo el abre sobres con forma de espada que me decías que tuviera cuidado cada vez que lo agarraba. Analizo las caras de las personas que están en las fotos de tu escritorio. Está tu gorra de cuando eras marinero. Tu foto soplando las velas de la torta en la iglesia con la abuela. Recorro todo lo que me es conocido, solo que todo lo que veo me recuerda que no estás ahí para contarme las cosas por vez número mil. 

No sé bien cuando se me va a pasar esto, tampoco sé si se me va a pasar. La abuela no puede dormir sin vos, dice que ver la cama vacía a la mañana y a la noche es lo que más le recuerda que no estás. Mi papá te imita cada vez que viene a abrirme la puerta cuando llego. Mi mamá a veces hace chistes que harías vos. No creo que haya algo en existencia que pueda hacer desaparecer el peso de tu ausencia. Te mantenemos acá, para que el peso sea por buenos recuerdos tuyos.

Me acuerdo que cuando querías que te prestemos atención te ponías a hablar con voz mas alta de lo normal. Te cuento que ahora, aunque no hables, toda la atención si te la llevás vos.

Sé que no vas a leer esto pero capaz escribiendote duele menos estar acá. 

Ojalá algún día nos reencontremos todos. 

Con amor, Negrita
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