Me encuentro con un nudo en la garganta que no sé cómo sacármelo. Un peso en el pecho constante con el que ya aprendí a convivir. Y una maraña incontrolable de ideas y pensamientos en la cabeza.

Momentos como estos es difícil estar sola, o al menos para mí. Estoy en un departamento que está en proceso de convertirse en mi nuevo hogarcito, pero no llega a serlo como lo es mi casa con mi mamá y mi papá. Estoy sola en este rectángulo gigante de habitaciones llamado edificio. No sé a quien tengo al lado, abajo, ni enfrente. No sé que comen o que música escuchan, no sé si son buenos o malos, si son familias o si son más personas solas como yo. 

Me gusta vivir sola, la independencia de saber que todo lo que pase acá es culpa mia y es solo para mí, no tiene precio. Disfruto mucho el hacer lo que yo quiero, cuando quiero y cómo lo quiero, pero a su vez extraño un poco la rutina de mi casa. Antes de mudarme nunca pensé que extrañaría mi rutina que incluía a otras personas que no sean yo, mis hijas, o mi muchacho, pero la verdad es que un poco la extraño. 

Extraño estar en mi casa con el volumen del televisor de abajo tan alto que me retumban las paredes con cada sonido de la serie que están mirando mis papás. Extraño salir al patio a buscar a Soja entre las plantas jugando y comiendo algún bichito. Extraño escuchar la voz de mi mamá llamándome para mostrarme algo que pintó; escuchar a mi papá decirle “Oli Olita” a Olivia cada vez que la ve. Extraño abrir el portón de mi casa y que aparezca Manu con un bolso como para 15 días. Extraño charlar con Antonia y que me cuente cómo algo que me pasa se puede resolver si pongo alguna hierba en agua caliente y me la tomo. 

Sé que con el tiempo me voy a ir adaptando a y armando mi propia rutina en mi casita de Recoleta, pero como ya dije, en momentos que estoy sola extraño la compañía de lo conocido.

Update: Ya pasaron dos años desde que me mudé sola, crecí mucho. Ya no me da miedo estar sola con mis pensamientos, es más, hasta diría que es de mis momentos favoritos del día porque lo disfruto muchísimo. Es mi momento conmigo misma.

Me encanta invitar gente a mi casa y ver como disfrutan de mi espacio. Invité gente que disfruté su compañía, también invité personas que no van a volver a venir, pero es cuestión de aprender. Me gusta que la gente siente que no hay una casa mas “yo” que la que armé. Es mi espacio, es mi mente hecha un hogar donde todo el que quiera puede venir.

Hace un tiempo vino una persona que no veía hace mucho a mi casa. Es una persona que me conoce bastante más de lo que me gustaría y me dijo que estar en mi casa es como estar en mi mente. Una de las personas con las que vino me dijo “es como que me diste permiso para estar en tu cabeza”. Creo que eso define bastante lo que es mi casa y lo que es para mi. Mi proyección personal de lo que tengo adentro.

Ya le encontré el gusto a estar sola y elegir yo qué pasa acá adentro.
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