Disfruto tomar malas decisiones. No necesariamente el tomarlas es lo que disfruto, aunque muchas veces si, es el aprender de ellas lo que más disfruto. Por muchos años de mi vida tomar una mala decisión era causa de una semana entera pensando en lo que había hecho, en las consecuencias, en lo mal que quedé ante el mundo, todo. Una semana entera (si es que tenía suerte) de comerme la cabeza todo el tiempo pensando en qué podría haber hecho distinto para que no sea una mala decisión.
Hoy en día muchas veces me puedo pasar horas del día luchando con mi impulso de pensar en todas las cosas malas que hice, o en este caso las malas decisiones que tomé. Sigo practicando el aceptar y aprender pero abrazo mucho más las malas decisiones que tomo hoy en día que antes. Aprendí a estar en paz con quien soy y con la persona que soy a la hora de tomarlas, ya no me auto-castigo por ser simplemente… humana. Me gusta aprender, siempre me gustó, lo que no me gustaba era el error que cometemos aprendiendo a vivir. De los errores se aprende, detesto esa frase de mierda porque siempre me la decían cuando estaba frustrada por algo que me salió mal pero la que si me gusta, que la escuche el otro día es: el que hace se equívoca y el que no se calla la boca. Me encantó porque habiendo sido una persona que le tenía miedo al qué dirán, decirles que se callen la boca es bastante un placer.
Mis decisiones no siempre tienen una razón detrás, a veces son un impulso, a veces premeditadas, y hasta a veces ni es una decisión tomada sino que es lo que sale por descarte. Disfruto los días en los que puedo no pensar tanto las cosas que hago porque me siento más liviana. No llego drenada al final del día con la consciencia pesada. No quiero llegar al extremo de que no me importe nada pero si a veces me gustaría ir por la vida sin preocupación alguna y ver lo que se siente. Nunca nada, ni aunque diga lo contrario, realmente no me importa ni un poco.
La vida se trata de aprender y acá estoy, equivocándome y aprendiendo. Tratando de vivirla sin tener tanto pensamiento detrás de todo lo que hago. No siempre pienso antes de hacer, muchas veces el sobre pensar viene después de haber hecho algo. Estoy tratando de no hacerlo, ni antes ni después, aprendiendo a darle la atención justa y necesaria a las cosas que la merecen. Siempre, sea el momento de mi vida que sea, estoy aprendiendo porque es lo que más disfruto en esta vida.