Me tiene impresionada la vida, me encuentro en el papel de observadora, imaginándome la vida de las personas; adonde irán, que harán, que les gusta hacer. Me imagino situaciones hipotéticas en las que me pasa algo y se desenvuelve en una historia de película o en las que a algún extraño tiene un día trambólico que le pasa algo pero termina bien.
Es divertido imaginarse la vida porque es un escape de la realidad, aunque no siempre se haga con ese fin. Por primera vez en mucho tiempo, me gusta mi realidad. Suena horroroso pero no es que no me gustase mi vida sino que capaz no estaba conforme con ella. Hace unos días me di cuenta que veo gente que pienso que son personas increíbles e interesantes t no es porque tengan algún logro increíble sino que es porque hacen lo que quieren con su vida; eso es lo que yo quiero hacer.
Tengo días que vengo bien y soy la persona que vengo soñando ser hace años, y tengo otros que soy la misma persona de siempre con los mismos pensamientos. Los días que no siento vergüenza ni miedo al fracaso son los mejores, vivo sin ningún tipo de freno. Es un proceso largo el de aceptar que las cosas pueden salir mal. Imaginarme las historias de las personas, inventarles profesiones o actividades, imaginarme en ellos quien quiero ser yo me ayuda a poner en perspectiva en qué parte del camino hacia donde quiero llegar estoy.
Soy una simple muchacha, no tengo apuro y nadie me apura. Hay días que tengo que frenar y mirar hacia atrás, todo lo que cumplí y todo lo que soy para poder verlo y abrazarlo. Me enrollo tanto en el día a día, en que no tengo o en quien no soy, que me olvido de abrazar lo que si tengo y lo que si soy. Estoy aprendiendo a auto-darme una palmada en la espalda porque lamentablemente, no siempre va a haber alguien para aplaudirte todo lo que hiciste. Estoy aprendiendo a mirarme al espejo y decirme en la cara lo que quiero escuchar porque como siempre digo: al final del día soy la única que está siempre conmigo y soy la única que sabe todo lo que me llevó llegar donde estoy.