Me mudé de zona sur a la ciudad hace ya casi 1 semana, fue un cambio que me gustó y sé con certeza que me va a encantar, pero me hace apreciar las cosas de mi casa. 

El día que me fui de mi casa arrancó levantándome a las 7:30am para cargar cosas en mi auto (que ya estaba llenísimo). Mi papá me hizo uno de sus famosos cafés y mi mamá me ayudó a ordenar las cosas para que entraran aún más. Cuando se hicieron las 8:10 llegó la hora de irme; me subí al auto, cargue a mi perra Emma, a mi gatita bebé Soja y me fui. Me empecé a alejar de mi casa viendo como a mi mamá se le llenaban los ojos de lagrimas y cómo mi papá le decía con una sonrisa “habíamos dicho que no íbamos a llorar”. Vi cómo me alejaba de mi casa que había sido mi lugar por 10 años (o más). Me hice la fuerte y no lloré, no quería que pensaran que no estaba lista para irme. Igual, a las 5 cuadras de mi casa me puse a llorar. 

Me puse a pensar si estaba lista o no, si realmente los estaba abandonando o si simplemente estaba creciendo. Pensé en una lista breve de cosas que más voy a extrañar de mi casa, la principal y la más importante siendo no ver a mis papás todos los días, no sentirlos conmigo físicamente, no escucharlos, no nada. Aunque en los últimos años aprendí a estar sola y a disfrutar de mi propia compañía, me dolió saber que no iba a tener a quien molestar a 10 pasos de mi habitación. 

Una de las cosas que más me chocó que digamos, fue ver mi cuarto vacío. No me llevé los muebles, ni los cuadros, pero me llevé mis fotos, mis plantas, mi ropa. Siento lo mismo que sentí cuando nos mudamos de Estados Unidos a Argentina hace 13 años, tristeza. 

Sé que mudarse a 45 minutos de casa no es mudarse a otro continente, mudarse a diferencia horaria, a otra cultura, pero es mudarme a un lugar que no es mi hogar (aún). Sé que si yo ahora quiero irme a mi casa puedo ir y van a estar esperándome con los brazos abiertos y café. También sé que si los llamo van a venir y van a estar en menos de 45 minutos. 

Ahora, una semana después, ya me siento mejor y estoy entendiendo que la vida sigue. Que mi departamento no tiene por qué ser un hogar ajeno, sino que puede ser una extension de mi casa de 10 años. Puede ser mi cuarto en versión 47mt2. Me propuse llenar este departamento con mi esencia, con cosas que me representen. Quiero que cuando alguien entre diga “es tan Mia”. 

Ya tengo mis converse y mis mocasines al lado de la puerta listas para ser usados para caminar por mi nuevo barrio. Tengo mis copas listas para ser llenadas de vino cuando vengan a visitarme mi muchacho, mis amigos y mi hermana. Y por último, me tengo a mí para ser mi propia compañía, mi propia fan y mi propia todo. 
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