Quiero empezar este texto aclarando que empece a escribir sobre la autoexigencia y como no me gustó lo que escribí, lo taché tan violentamente que agujereé la hoja. Una pequeña intro a mi autoexigencia. 

Hoy en día soy mucho menos autoexigente que lo que era. No estoy muy orgullosa de como llegue acá pero lo importante es que llegué. En la cuarentena en la que perdí el 70% de mi cordura, me empezó a ir mal por primera vez en una materia y en la mente de Mia autoexigente eso significaba que estaba fallando a gran escala. Estaba teniendo un episodio maníaco cuando mi papá me sentó en una silla y me dijo “Michu, si no la estas disfrutando, déjala. Nadie se murió por dejar una materia”. Como en mi mente dejar una materia significaba atrasarme, no era una opción y nunca lo había sido. Por alguna razón esas dos oraciones me calmaron muchísimo y por supuesto, terminé dejando la materia. Ahí mi autoexigencia académica bajó un 70%, dejé de enfermar mi menta por la faculta y empecé a disfrutar el proceso de aprendizaje. 

Si bien mi autoexigencia académica había cesado, mi autoexigencia personal seguía mas fuerte que nunca. Buscaba agradarle y estar ahí para todo el mundo. Ser una persona querida y presente no es un problema, el problema es que yo esperaba lo mismo del mundo. Llegué a un punto en el que no cumplía con mis propias necesidades por estar ahí para el resto. Yo esperaba que el resto me priorice a mi, como y hacia con ellos. Me enojaba cuando no lo hacían. Tuve muchos días y muchas noches de llanto porque sentía que nadie estaba ahí para mi cuando tal vez no es que no estaban sino que no estaban de la manera que yo necesitaba que estén. Así fue y es desde que era chica. Me sentía poco comprendida o poco acompañada estando en una habitación llena de gente que yo quería y que ellos me querían a mi. 

Empece a ser autoexigente con mis emociones, empece a bloquear emociones porque sabia que la respuesta que obtendría iba a ser negativa. Empecé a callarme en el medio de las oraciones cuando sentía que no me estaban escuchando, que era mas seguido de lo que me gustaría admitir. Empece a apagarme porque sentía que era demasiado (y no de una buena manera). Me auto-excluí para ahorrarme el dolor de sentirme invisible. 

Mi autoexigencia no se trata solo de llegar a ser suficiente o llegar a hacer suficiente, se trata de no dar lugar a errores. Muchas veces si hago o digo algo de lo que me arrepiento después, me como la cabeza hasta que alguien lo nota y me pregunta que me pasa, y me dice que no es para tanto. A veces necesito la validación de otra persona para dejar de sentirme mal por algo. De a poco, con ciertas cosas, mi propia validación empieza a ser suficiente.

Creo que a veces me olvido que soy solo una chica, una humana, que se equivoca y que vive. Me acostumbré a ser demasiado para el resto pero nunca suficiente para mi misma. Al final del día, la que más me exige soy yo misma, la que mas me lastima soy yo misma, la que mas me idealiza y después se decepciona soy yo misma. Ya no me interesa ser alguien para el mundo, solo me interesa ser alguien para mí. 
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