Hace unos años cuando salí de una relación escribí una carta sobre cómo estuve intentando escribir sobre el dolor que me habían generado pero siempre me encontraba con que el dolor que yo sentía era auto infligido. Escribí sobre cómo fui egoísta, cómo rompí el corazón de otra persona, hasta este día no había escrito nada sobre cómo rompí mi propio corazón.

Me llevó tiempo darme cuenta que la única que merecía una disculpas salida de mi boca era yo. Pensé en todas las veces que me metí en situaciones, en relaciones, en lugares, que no me llenaban pero que a pesar de que me hagan mal, seguí ahí. Empecé a hacer un conteo de todas las veces que me rebajé para entrar en una casilla que ni era para mí, solo para sentir aprobación. Buscaba la aprobación de todo el mundo menos la de la persona mas importante en mi vida; yo.

Por tener que pasar tanto tiempo sola con mis pensamientos gracias a la cuarentena pude ver que estaba siendo negligente conmigo misma. Me di cuenta todas las cosas que me faltaban que no me las podía dar nadie que no sea yo.

Con estos pensamientos vinieron emociones conocidas, y otras desconocidas. Vinieron cambios de hábitos que fueron bienvenidos fácilmente, y otros que hasta el día de hoy me cuestan. Cuando nos damos cuenta que hay un problema tenemos dos opciones; solucionarlo o dejar que siga ahí. A veces los problemas no tienen un cartel que dice “Soy un problema, solucioname” a veces los problemas vienen en forma de personas, de pensamientos invasivos, de acciones inexplicables. Es una parte clave del crecimiento de una persona.

Después de haberme dado cuenta de las cosas auto destructivas que hacia, mi carta de autodisculpas sería algo así;
 Mia, no sé cómo explicar las cosas que hice y dije sobre vos, no sé cómo justificar las mentiras que te hice creer y las cosas que te hice hacer. No soy fanática de las justificaciones chotas para salvarme el culo, suelo admitir y enfrentar las consecuencias de mis acciones pero esta vez realmente no tengo idea alguna de por qué te hice pasar todas estas cosas.

Jamás fue mi intención hacerte creer que no valías nada, hacerte creer que el mundo entero estaba en tu contra pero eso fue lo único que supe hacer. Nunca pensé en lo que te lastimaba el corazón compararte con personas que no son vos, por comparar tus logros con la persona de al lado. Mi excusa era que todo era para incentivarte a ser mejor pero lo único que hice fue hundirte.

Sé que en este momento miras el pasado y te das cuenta que las cosas no eran tan malas como creías en ese entonces, pero no significa que para la Mia de ese momento no haya sido tortura. No te tenés que quedar en lugares que no te gustan, no tenés que callarte las cosas para agradar, si te duele, te duele y eso está bien. Porque digas lo que quiere escuchar el resto, no hace menos real o menos valioso lo que vos tenés en la cabeza, tu opinión vale.

Te pido perdón aunque las mejores disculpas que te puedo dar son cambiando y escuchandote más. Y aunque sé que ya  las aceptaste, nunca me voy a cansar de pedirte perdón. 
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